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Los toros coleados 
La manga está adornada de lindas muchachas con lazos prendidos en su blusa y que luego servirán para premiar a los centauros; al fondo, esperando el "saque de puerta" se hallan los jinetes en briosas cabalgaduras que quieren "romper"; a una señal del juez se abre la puerta, sale el toro y tras de sí los coleadores en pos de "la mota", empecinados, hasta que uno con más suerte la toma, apura el caballo, se adelanta, tiempla casi acostado sobre el lomo del noble bruto y el toro se desploma dando una vuelta "por el filo del lomo" en medio de los aplausos y vítores de la multitud arremolinada en los travesaños o peligrosamente ubicados dentro de la misma manga de coleo; luego vendrá el jinete a recorrer la manga al trote y las muchacha lo Llaman para prender el lazo sobre su camisa y estamparle un beso en la mejilla Esa es una escena ruda y común en los Llanos el día del santo patrono y especialmente en la tierra cojedeña en la mayoría de cuyos pueblos no falta la manga de coleo con el nombre de una figura del viril deporte. En unas será de metal, bien hecha, con tribunas y sitio para los jueces; en otros pueblos más sencillos se improvisa con madera o bambú, pero la emoción y la alegría son similares. Todo un espectáculo. 
El caballo y el hombre. El hombre y el caballo son una sola esencia en el Llano. Ramón Páez, en sus "Escenas rústicas en Suramérica" expresa: "El Llanero gasta su vida a caballo, y éste le acompaña en todas sus acciones y actividades. Nada más noble para él que recorrer las Llanuras sin límites, echado sobre su ardiente corcel dominando los toros salvajes". En los Libros de diversos autores de diferentes épocas, cuando se refieren al Llano, no dejan de mencionar esta relación hombre-caballo. Los toros coleados son una muestra especialísima del aserto. 

En Cojedes ha habido y sigue habiendo jinetes excepcionales, unos más populares que otros; mantienen viva la Llama de la ancestral ocupación. En los últimos años se nombran unos cuantos que demuestran en las mangas de su tierra y del país sus destrezas en los toros coleados. Así mencionamos a Rafael "Pili" Pérez 
campeón nacional en 1961 ; Alejandro Bolívar, campeón nacional en 1983; Luis Londoño, campeón en 1992 y uno de los baluartes actuales de ese deporte  estado y en las mangas de toda Venezuela. 
Los toros coleados se afirman en el estado Cojedes como una de las principales diversiones populares, tradición de sus mayores y sigue dando campeones a pesar de que ya no se usan los "peloeguama" en la manga sino cascos protectores. Pero la destreza del jinete y lo brioso del corcel siguen siendo los mismos. En todos los tiempos y en las condiciones más adversas. 

Oldman Botello.
 

 
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