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Tradiciones
Mérida es un estado de arraigadas y diversas tradiciones andinas.
Comidas típicas, una rica artesanía, una inconfundible arquitectura
tradicional y un rico calendario de fiestas que expresan el peso local
de la religiosidad popular, se constituyen en un atractivo que refuerza
el potencial turístico de sus bellezas naturales.
Entre tantas tradiciones existe una celebración que se realiza
entre el 1 ° de enero y el 2 de febrero, la Paradura del Niño,
que se ha convertido en una referencia nacional y en símbolo de
la cultura tradicional merideña. La fiesta está directamente
asociada a la Navidad y al pesebre, pues es a este símbolo cristiano
y a su personaje fundamental, Niño Jesús, a quien va dedicado
el homenaje.
En su versión más conocida, la ceremonia comienza cuando,
previa invitación y aviso de los dueños de casa donde se
encuentra el pesebre, se presentan al lugar músicos y rezanderos
y son elegidos para la oportunidad una o dos parejas de padrinos de la
ceremonia. Los músicos interpretan piezas populares y a una señal
del dueño de la casa dan inicio al ritual convocando a los presentes
alrededor del pesebre. Se cantan versos dedicados al Santo Niño,
se reparten cirios entre los presentes, y se da inicio a una especie de
procesión en la que se saca a pasear por los alrededores la figura
del Niño transportada en un pañuelo que sujetan los padrinos.
Al concluir el paseo, conocido como Serenada del Niño, se realiza
el Llamado Beso del Niño, acto que comparten los asistentes con
gran recogimiento. Luego se procede a la Parada del Niño, o Paradura
propiamente dicha que ocurre cuando la imagen es levantada por los padrinos
en medio de cantos que festejan el hecho de que la figura haya sido puesta
de pie. Se concluye con una comida propiciatoria y se realizan invocaciones
por la salud y protección de los asistentes y de los dueños
de casa. Existen algunas variantes de la ceremonia como la del Robo y Búsqueda
del Niño Perdido, en la que una persona de confianza hurta la imagen,
la Lleva a otro pesebre, notifica el lugar donde se encuentra, y da inicio
así a un intercambio cuando los dueños de casa van en procesión,
acompañados de músicos y cantores, a buscarlo. La simulación
del hallazgo del Niño genera un gran alborozo que concluye con el
retorno de la figura a su lugar original.
Bibliografía
Daría Hernández y Cecilia Fuentes
Fiestas tradicionales de Venezuela
Caracas, Fundación Bigott, 1991 |