Tradiciones
La Curiara
"Las barcas indias no se Ilaman en el Orinoco canoas, sino curiaras".
Esto lo escribió el padre Felipe Salvador Gilij, misionero que recorrió
la Amazonia venezolana durante la segunda mitad del siglo XVIII. Y éstas,
las curiaras, pueden considerarse como uno de los objetos que con mayor
contundencia simbolizan a las etnia que habitan el estado Amazonas. No
sólo porque han sido el gran medio tradicional de transporte en
este vasto y despoblado territorio surcado por las aguas, sino porque en
su uso y fabricación los diversos grupos que habitan esta tierra
han expresado su talento y genialidad.
La curiara, como tantas embarcaciones similares de otras partes del
mundo, está hecha de un solo palo. Son pequeñas, oscilan
entre los 3 y los 8 metros de longitud. Los yekuana y yanomami, dos de
las trece etnias que habitan en el país, destacan entre sus grandes
fabricantes.
La construcción de la curiara comienza con la selección
de un árbol del tamaño adecuado. Sigue con el proceso de
"extraer" o tallar la curiara a hachazos y darle su figura. Luego viene
el vaciamiento del tronco, lo que exige un tratamiento minucioso para darle
forma oval al hueco, el ensanchamiento de su interior aplicando fuego hasta
lograr que la abertura adquiera el diámetro conveniente y colocar
los travesaños necesarios.
Para los indígenas del Amazonas la curiara es prácticamente
un medio de vida. Con ella se pesca, se transportan productos, se hacen
visitas a comunidades cercanas, o se emprenden largas expediciones para
intercambio comercial con otros grupos de Amazonas y Bolívar. Ellas,
una vez desechadas como embarcaciones, pueden ser útiles para la
elaboración del casabe.
Hoy en día, y como prueba reconocimiento a su importancia cultural
y calidad estética, los remos y las mismas curiaras de algunos grupos
se han convertido en piezas decorativa que se exhiben en museos, hogares
y oficinas públicas.
Bibliografía.
Roberto Lizarralde.
Prólogo a Fotosecuencia La Curiara.
Caracas, Contraloría General de la Republica, 1988. |